2.24.2020

511. Revolución.

Febrero: POC - People of color.

El frío de la madrugada se cuela por debajo de la sábana despertándome, si es que acaso se puede llamara dormir a este estado que tenemos desde que el invierno llego a la Finca.  Como medida para evitar que enfermemos nos dan estos pedazos de tela, que cubrir no cubren nada, pero peor sería estar sin ellas encima, realmente el calor para pasar cada noche lo obtenemos de dormir varias personas en un mismo espacio, con la finalidad de que los cuerpos vecinos nos den tibieza; hay ocasiones en que si esta de buen humor, el capataz nos permite prender un pequeño fuego, que aunque llena todo de humo, también nos ayuda a soportar las inclemencias del tiempo invernal, claro que eso no suele pasar muy a menudo, más que nada porque siempre le gusta recordarnos que de el depende nuestra incomodidad o comodidad, por eso casi nadie se atreve a contradecirlo, por lo menos frente a el.

Por el tipo de frío que se siente, se que el alba esta a punto de llegar, por lo que la campara que suena para que iniciemos nuestra jornada  no tardara en repicar hasta que todos estemos en pie.  Con cuidado me levanto del camastro que comparto con dos de mis hermanos, el más pequeño se remueve un poco, pero el sueño lo vence, dejo que descanse los pocos minutos que quedan por delante, mientras yo me asomo por la ventana por donde el viento traicionero se a colado hasta despertarme, aún no se ve ningún movimiento fuera; a veces algunos insomnes como yo se levantan temprano a prender un fogón y preparan una bebida fuerte con especias que cada año recibimos como regalo por parte del amo, pero parece que hoy no será uno de esos días, lo que es una lastima pues hubiera ayudado mucho en esta mañana tan fría.

En este silencio escucho el relinchar de un caballo, lo que significa que tengo unos 5 minutos para despertar a mis hermanos y dirigirnos a la plazuela, que en realidad no es otra cosa más que un espacio en medio de los barracones que son nuestro hogar.  Me despego de la ventana y despierto a mis hermanos y a los demás; siete personas en total compartimos esta barraca que llamamos casa, en invierno tiene sus ventajas, en verano...no tanto y dado que por lo general tenemos mas calor que frío...en fin que de quejarse nada, pues hay quien vive con 10 o 12 personas más.

No somos los primeros en llegar a la formación, pero tampoco los últimos, lo cual es bueno pues así no llamamos la atención.  El capataz aún no llega aunque en el camino ya se escucha el sonido de los cascos, espero que nadie llegué después de el, por lo general a ellos se les reservan los peores trabajos como castigo a la holgazanería, limpiar letrinas, mover el material para el salón de juegos del amo, o desyerbar los terrenos alrededor de la finca, donde corren el peligro de encontrarse alguna serpiente entre las hierbas.

Si por el contrario nos encuentra a todos aquí en formación a su llegada y además esta de buen humor; puede que solo nos ponga a limpiar los terrenos de sembrado, preparándolos para cuando la primavera haga su aparición y empecemos a dejar las semillas que más tarde se convertirán en un mar de colores cuando las margaritas florezcan -morados, blancos, amarillos, naranjas, rosas- convirtiendo todo el terreno en una explosión colorida.  Además corre el rumor que el amo traerá este año una semilla especialmente modificada para que de margaritas azules, ya que es el color favorito de su hija menor y la luz de sus ojos.  De darse bien, seguro que todos los rincones de la casa grande se adornaran con ellas; mientras las demás se recogerán para ser vendidas a las fincas vecinas, las más cercanas, y otras tantas viajaran debidamente empaquetadas a otros estados de la República.

Por ahí viene llegando el capataz, con sorpresa vemos que hoy viene acompañado del amo, pocas veces le vemos, ya que es una persona muy ocupada, pero siempre es un honor que venga hasta acá, me pregunto que noticia nos traerá, espero que sea algo bueno.

Es impresionante verlo, con sus trajes de colores claros siempre, creo que sabe que hacen gran contraste con su piel oscura y su pelo negro como las noches sin luna.

Recuerdo que el abuelo contaba que cuando sus padres eran pequeños, las cosas eran diferentes, que era nuestra raza quien montaba a caballo y daba las ordenes.  Que su error fue ser soberbios y creerse superiores a los demás, creyendo que quien estaba por debajo de ellos, jamás se cansaría; que cuando la revolución llego, las cosas cambiaron drásticamente, que el amo se volvió el siervo y el siervo, amo.

Y es por eso que ahora somos nosotros quienes hacemos el trabajo pesado y ellos quienes llevan las riendas del mandato.



Esta recopilación participa en el Reto Anual "12 Meses 12 Relatos 2020" organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash