Hoy es su cumpleaños número 80 ya el sol se
oculta mientras ella lo ve irse a través de la ventana abierta de su
habitación.
Los últimos 20 años ha vivido en una
residencia para ancianos, desde que su esposo falleciera. Ninguno de sus hijos
quiso hacerse cargo de ella, y tampoco permitieron que se quedara en la casa
que había sido su hogar por más de 30 años.
Mientras los últimas rayos de sol se
ocultan tras los cerros en la lejanía, pero no así el calor que se queda húmedo
y pegajoso adherido por todos lados ella recuerda entre tantas quejas de su
madre, una de las que más le dolía, donde reprochaba a la hija haberse
adelantado en el nacimiento y echar a perder su verano junto al mar, donde podría
haberse refrescado en sus últimas semanas de embarazo a la espera del hijo
deseado, sin embargo, ella se adelantó a nacer y más terrible aun; a nacer
mujer.
Sus padres, que estaban seguros de
tener un varón por heredero, habían pintado las paredes de la habitación del
bebé de color azul, en concordancia con los carritos, las lámparas de animales
y los adornos que hubieran sido la delicia de cualquier niño. Su padre alegando que había gastado de más en
acondicionar el cuarto del hijo que no llego, se negó en redondo a cambiarlo
para la recién nacida que tenía en casa; así que ella paso los siguiente años
en una habitación que en vez de flores y colores rosas, tenía carros y colores
azules.
A los 4 años, su madre la metió a
clases de Ballet, lo único considerado para niñas que había realizado hasta
entonces y solo porque dijo que le sería útil para tener alguna gracia a la
hora de “pescar” un marido, nunca fue tan feliz como en esas horas que pasaba
repitiendo los Retiré, los Plié, los Tendú y los Relevé y el Arabesque que
siempre fue su favorito; la verdad es que no lo hacía nada mal y durante un par
de años abrigo la esperanza de poder dedicarse profesionalmente a la danza, sus
maestras decían que tenía el talento y la tenacidad para lograrlo. El sueño termino el día en que armándose de
valor y respaldada por la directora de la academia le planteo a su padre la
posibilidad de hacer de la danza su profesión; como era de esperarse su padre
montó en cólera, por un momento hasta llego a pensar que le daría algo, de tan
rojo y abotagado que se veía mientras repetía a grito pelado que una hija suya
JAMAS se dedicaría a algo tan vulgar como ser bailarina, que antes la encerraba
de monja y tiraba la llave al río, que permitir que tal ignominia manchara el buen
nombre de su apellido. Ahí se terminó su sueño de
ser bailarina.
En cambio dos años después fue obligada
a entrar a la escuela de Medicina, ya que si el señor les había negado a sus
padres la gracia de tener un hijo que perpetuara la tradición, en sus hombros recaía
conservar el linaje de médicos en su familia.
Cuando estaba en el segundo año de la
carrera conoció a alguien de quien se
enamoró perdidamente, y el futuro se le revelo afortunado; pero se guardó ese
amor para ella misma, a sus padres no les dijo nada, conforme paso el tiempo se
sintió más y más segura, y ya en su último año de carrera, cometió un desliz
que fue fatal, y sus padres se enteraron de su relación; su padre le prohibió
terminantemente seguir con ese chiste sin futuro como la llamo él.
Ella con el corazón destrozado termino
con su novio.
Para evitar futuras relaciones que no
fueran aprobadas por sus padres, ella fue comprometida de inmediato con el hijo
de un conocido con el que su padre quería realizar un negocio. Al final el único negocio fue la venta de la
hija a un hombre que la trataba mal, y que lo único que hizo fue dejarla
encerrada en su casa, llenarla de hijos y sin poder ejercer la carrera que
tanto le había costado llevar a término. Su marido le dijo al suegro que esa no era
una profesión para mujeres casadas y con hijos, y ahí termino la discusión.
Y así se le fue la vida criando hijos,
limpiando rodillas raspadas, cocinando mañana tarde y noche, soñando con otra
vida a través de novelas y películas.
Y eso la regreso al presente a este su
cumpleaños 80, y mientras la suave brisa de la noche se colaba por su ventana,
decidió que por la mañana hablaría con sus hijos y les diría que ya no quería
estar ahí, si ellos no querían tenerla en sus casas, podría rentar un
departamentito con el dinero que pagaban cada mes en la residencia hasta le
quedaba para los pocos gastos que ella pudiera tener.
Si, a cada momento que pasaba estaba
más y más convencida de que podría funcionar.
Ahora se recostaría para
que ese dolor que le molestaba desde la tarde se le pasara mientras seguía
planeando su nueva vida.
Esta recopilación participa en el Reto Anual "12 Meses 12 Relatos 2020" organizado por De aquí y de allá by TanitBenNajash