4.25.2012

465.

Mientras bebíamos té sentados junto a aquella ventana inundada de claridad, nos envolvió una cálida y placentera luz amarilla.  Era precisamente lo que quería; una luz que hacía pensar a mi corazón marchito: <<¡He aquí lo que me faltaba!.>>

La palabra que mas se aproxima a lo que sentía tal vez sea bendición.

Tenía la impresión de que, después de tanto rebuscar, por fin había encontrado lo que necesitaba.

Por aquel entonces, yo creía que lo que nos unía era el sexo, pero luego me di cuenta de que no, de que con el simple hecho de charlar con él sentía una energía indescriptible que surgía del fondo del estómago y recorría todo mi cuerpo.

Ese sentimiento acabó transformándose en convicción, y con tan sólo sonreírnos el uno al otro nos sentíamos satisfechos.  Creíamos que aquel momento duraría toda la eternidad.  Había vivido mucho tiempo sintiendo que me faltaba algo, que había perdido algo.  Dentro de mi, en alguna parte, lo sabía, y por eso me había sentido triste.  Me había sentido tan sola y triste que ni me había dado cuenta de qué me faltaba.  Eso era lo que me transmitía mi alma.

Nuestra luz interior, la bella luz transparente del exterior y la luz que resplandecía cuando estábamos juntos se fundió en una sola luz que iluminó nuestro futuro.

Fragmento de Recuerdos de un callejón sin salida.  Banana Yoshimoto.

1 comentario:

Diana Scissoяhands dijo...

Ash yo no he leido a Banananananana...